Nuestro apego a la perdurabilidad está vinculado a la mortalidad humana, el sentido de la vida y el legado de identidad. Buscamos sistemas que perduren para compensar nuestra existencia finita y absurda. Si nos reemplazan, nos sentimos sin sentido; si nos olvidan, nuestro legado está vacío. Si bien nuestro intelecto puede comprender la brevedad del insecto y la extinción de las especies, no puede desprenderse de nuestra efímera presencia en esta realidad. Lo pequeño y lo grande pueden perecer, pero yo debo perdurar.

La respuesta al dilema de la imperdurabilidad es fundamentalmente un problema de escalabilidad.

Tomemos como ejemplo una sola célula de una entidad biológica. Esa célula existe para participar como parte de un tejido funcional: se forma, se desarrolla, contribuye, se desintegra y muere. Otra célula ocupa su lugar; nuestra primera célula desaparece, el tejido permanece. Ese proceso celular contribuye a la funcionalidad de un órgano, que a su vez contribuye a un sistema biológico. Cada uno de esos sistemas colabora dentro de un cuerpo más grande; en el caso de las especies inteligentes, una mente se desarrolla en la cima de esta jerarquía.

Nuestra consciencia, albergada en un cuerpo imperdurable, se resiste a su destino y anhela la dicha perdurable. Nos distraemos para evitar confrontar al mundo. Nos ponemos máscaras teñidas de ideas nobles para identificarnos con lo eterno. Y si nos perdemos en el proceso, abrazamos la disfuncionalidad a través del poder y la corrupción. No podemos deshacernos por completo de nuestros miedos y angustias, pero podemos encaminar nuestra consciencia hacia un camino más saludable.

  • Camino de Conciliación: Funcionalidad Imperdurable Iterada.

Podemos compensar la imperdurabilidad reconociendo cómo los sistemas, a menor o mayor escala, mantienen su funcionalidad. Siguiendo el ejemplo celular, cada célula itera su participación para preservar un tejido funcional. Si la producción celular se perturba (por ejemplo, si las células viven más de lo debido), se producirá una enfermedad. Debemos cambiar nuestra búsqueda de perdurabilidad, y pasar a desarrollar la imperdurabilidad iterada.

Aún es necesario lidiar con nuestro rechazo a la imperdurabilidad. Pero en lugar de rendirnos eventualmente a un sistema disfuncional, usamos nuestro intelecto para desarrollar sistemas que adopten la iteración como requisito. También debemos aceptar ser una entidad iterada, encontrando un propósito al contribuir al sistema mayor. La búsqueda de significado y legado puede seguir presente, pero siempre honrando la funcionalidad imperdurable.

Con esta iteración funcional, un sistema mixto puede perseverar en el tiempo, potencialmente superando las limitaciones del declive orgánico e instrumental. Pero solo si ese sistema mixto acepta su imperdurabilidad. Tras trazar el Camino de Conciliación, debemos ahora pasar a la implementación práctica. La sección final ofrecerá una visión de cómo se pueden aplicar estas ideas e invitará a otros a continuar la exploración.